Habita una rana que de amor suspira.
Un sapo orgulloso
pasa cada día.
Sin una mirada, sin
una sonrisa.
Croando altanero sin
ningún atisbo.
Que la dé esperanza
de ser elegida.
El galán eterno
admira su porte.
Busca su reflejo en las aguas limpias.
Y se jacta engreído de
ser un Adonis.
Sin la vana promesa que el doncel la dirija.
Pudorosa le muestra
su faz escondida.
Y en silencio sufre de quereres la sed
y de los delirios que amenazan su vida.
Alocado el necio no mira su cara.
Ni degusta sus labios
con sabor a miel
Ella compungida
destila una lágrima.
Y el mancebo se abrasa de amores, por él.
Lucía Serrano Pozo
( Bruma )
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