martes, 6 de agosto de 2019

AQUELLA MAÑANA


Un Sol radiante se filtraba en la alameda
El arroyo fluía alegremente.
Endulzando en el reflejo tu mirada.

Y quisimos eternizar aquel instante.
En un árbol marcaste nuestros nombres.
Y a su lado grabaste un corazón.

Traspasado en el centro por un dardo.
De fuego nuestros cuerpos se impregnaron.
Y matamos el tiempo, jadeantes.

Mas allí quedó aquella mañana.
Nuestros nombres, que el Mundo los mirase.
No volvimos jamás a aquel lugar.

Ni a disfrutar del Sol y su contraste.
Ni a recordar que bajo el chopo.
Dulcemente, me dijiste soy tu amante.

Lucía Serrano Pozo

( Bruma)