martes, 29 de agosto de 2017

LOS MAYOS DE M NIÑEZ

Me  veo  en aquellos Mayos,
En la ermita de Santana.
Con un  manojo de flores,
Y unos versos inflamados
Con mi vocecita clara.

Eran Loas a María,
A  María inmaculada.
Eran flores de los huertos
Que en las casa se encontraban.
Cortados por la mañana.

En mi casa no había huerto.
Pero mi tïa Felipa
Era la que se encargaba,
Cortándomelas del suyo.
Y también me acompañaba.

Por la calle del calvario
íbamos apresuradas
Y antes de subir la cuesta,
había un ilillo de agua 
que a arroyo asemejaba.

Muy cansina la pendiente
hasta llegar a Santana.
El Sol por aquellas fechas
buenos calentones daba.

Llegábamos desmahìdas,
con las flores ya enmustiadas
y en el cuerpo una paliza
después de la caminata.

El Pórtico era la paz.
Cuando su patio cruzabas
las paredes derruídas
algún consuelo te daban.

Mientras las puertas se abrían,
al punto de la campana.

La ermita resplandecía, engalanada,
 con rosas, con azucenas,
 con espuelas y con lilas.
Que en manojos bien dispuestos.
Ofrecíamos las niñas.

En ese efluvio de flores.
Desgranábamos devotas,
las cuentas de los rosarios
contándolas una a una

Terminaba la oración
Y a los pies de la Madomna
Van surgiendo los poemas
Que nuestra niñas rapsodas ,
Recitan de viva voz.

Decían así,

Aunque soy mu chiquitita,
Se que Maria me adora .
Y la traigo este ramito.
Bendíceme tú, señora.

Y este otro.

A la  madre de Jesùs
le traigo estas azucenas.
Bendiceme madre madre Mia
Y hazme un poquito más buena.

Todo el mes de mayo ,así.
Entre floresta y rezando.
No me cansó su elixir,
 Es más lo sigo, añorando.

( Bruma )

EL CAMINO


Aún recuerdo el camino, que a mi huerta llevaba
 Y a los pies del morrillo, el alcornoque estaba
Espigado y robusto, cuajadito de ramas.
Color anaranjado, cuando sin corcha estaba.
El revisaba todo. Es cual la aduana.
Si llevabas estiércol, si llevabas azada.
Si llevaba avíos, pa unas cuantas semanas.
El camino es de piedras, el camino resbala
Al subir la pendiente, la morriña te atrapa.
Las bestias trastabillan, porque van  muy cargadas,
que a pesar del estiércol, yo también voy montada.

Y en  la cima del puerto, una Virgen postrada
 Esculpida en la piedra, te saluda y te habla.
Ella nos anima, ella, nos da calma,
Ella nos dispone para la bajada,

Porque la pendiente, te asfixia, te cansa.
Haces alto un instante, llega, la bajada.
Arrollando las piedras, que la pendiente arrastra,
Cual una culebra. Y en menos de nada.
Dando trompicones, te has dado de bruces.
Con unos cercados, donde está mi huerta.

Es una campiña llena de frutales
Y con manantiales de aguas muy frescas
 Allí  resplandece mi edén, el Regajo Lobo.
Luego está la vuelta, con todo trocado.
La bajada es cuesta, la cuesta es bajada.

Mas la virgencita, sigue arrodillada.
Sigue dando fuerzas, sigue dando calma.
Y el viejo alcornoque sigue en la aduana.

Viendo lo que llevas en  las aguaderas.
Pepinos, tomates, frutas de la tierra.
Que van bien cargadas, para los amigos.
Que quieran comer, contigo de ellas.

Pero el Alcornoque,  sigue  en la aduana,
Nunca dice nada… mas siempre vigila.
Con miles de ojos que albergan sus ramas.

( Bruma )