Un blanco lucero, vino
a mi ventana.
Cantaban los búhos,
croaban las ranas.
Y tú no llegabas a
besar mi cara.
Tocan a maitines
campanas lejanas.
Y marcha mi estrella
dolida hacia el alba.
El nocturno duerme,
el batracio nada.
Y el amor dolido se
tapa la cara.
No encuentra razones
de no ser amada,
Dejará el portón, sin echar la aldaba.
Por si un día vuelve
a pensar en ella.
Sus tiernas caricias,
y en sus madrugadas.
Pasa largo tiempo, el
amor no llama.
El astro contrito su fulgor apaga.
Y con desespero atranca
la puerta.
Que dejaba abierta que jamás, cerraba.
Lucía Serrano Pozo
(Bruma)
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