Aun me tienes oteando
en la ventana.
Esperando a que
regreses de tu viaje.
Marchaste de la noche
a la mañana.
Sin darme un simple
abrazo, sin besarme.
No me diste ni te di, el último beso.
Ni me diste la razón porque marchaste.
Y aquí me tienes ya,
casi sesenta años.
Soñando, que vendrías
a rescatarme.
Que escalabas
presuroso los peldaños.
Desgastados y
enmohecidos por el tiempo.
Y a veces huelo por
donde, sopla el viento.
Por si me trae tu
aroma y su contraste.
Pero aquí sigo en el
alfeizar apostada.
Con ardientes deseos
de encontrarte.
Cada día lanzo al mar
una llamada.
Por si alguien lo ve
y quiere avisarte
Mas ha llegado al
declive de mi vida.
Soñando con tu
regreso, con tu vuelta.
Y hasta que no exhale
el último suspiro.
Te esperaré apostada,
tras mi puerta.
Lucía Serrano Pozo.
(Bruma)
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