Y no conseguirás apagar el eco
de mis gritos
Extírpame la niña de mis ojos
Y seguiré oteando la luz de la maldad,
en el postigo.
Átame las manos con la seda del
desdén
y seguiré tejiendo en el telar de los
desheredados.
Arráncame de cuajo el corazón
Y seguirá latiendo mientras la iniquidad
del mundo exista.
Trónchame las piernas y correré
En pos de los que no hallan justicia,
en un camino llano.
Cùbreme los oídos con palabras huecas.
Y seguiré escuchando la voz de mi
conciencia,
asida de tu mano.
Ya nada de mi cuerpo ansío, no me
pertenece.
Se lo he donado al mundo por si sirve,
para cambiar el rumbo.
Autora: ( Bruma )
Reservados los derechos legales.